¿Detenerla? ¿Cómo? Sólo callar es la respuesta.
Callar, cerrar los ojos, frenar el llanto, asentir y seguir adelante.
La rueda de la violencia comienza a girar y la vida, como un precioso espejo, se quiebra en pedazos imposibles de unir.
Callar, asentir...una letanía que se vuelve rutina.
Callar, asentir...¿cuándo me podré liberar?
Algún día, algún día nunca llega.
La rueda de la vioencia, monstruo insaciable que se alimenta de la sumisión ajena, para después vomitarla, aplastarla, pisotearla.
Prisionera de la violencia. ¿Cuándo me podré liberar?
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