sábado, 15 de agosto de 2015

LA VIE EN ROSE

Era una soleada tarde de otoño, una brisa aterciopelada apenas lograba barrer las hojas secas dispersas por las estrechas veredas.
Un anciano se deleitaba recorriendo San Telmo, zona de venta de antigüedades por excelencia.
Amaba perderse en los ceñidos pasillos de las tiendas abarrotadas de reliquias, testigos mudos de infinidad de historias: algunas, románticas; otras, trágicas; otras, misteriosas.
Después de explorar en varios negocios, decidió entrar a un bar. Le apetecía un café bien cargado con mucha azúcar.
Cruzó la calle distraído en los planes que tenía para esa semana. Al alcanzar la vereda, se topó con una vidriera que le llamó la atención. Sobre un espectacular piano blanco, cubierto por un mantón de Manila de seda naranja con un bordado inspirado en la mezcla de varias flores,entre las que se destacaban los jazmines,descansaban una decena de estatuillas de bailarinas en bronce. Una de ellas lo cautivó, le recordó a su único amor...un amor oculto en las brumas del pasado.
La compró sin regatear, como era su costumbre.
Con su singular adquisición entró al bar. Buscó una mesa apartada de la puerta principal.
El mozo apareció solícito. "Un café doble, por favor".
Cuando se disponía a endulzarlo, una voz melodiosa le susurró: "¿Por qué tanta azúcar? Es perjudicial a la salud". Sonrió, ella siempre lo retaba como si fuera un chiquillo.
Sacó a la bailarina de su envoltorio. Su imagen lo hechizó. "Ma petite ballerine", suspiró.
El agradable sabor del café sumado al melancólico tango que se escuchaba de fondo, lo trasportó a otra época, una época en que era feliz.
"_Amor, hoy, después de la función, te prometo que cenaremos solos, sin intromisiones.
_ ¿Me lo juras? Te quiero para mí, únicamente para mí_ contestó el joven mientras la besaba en el cuello. Su perfume con fragancia a vainilla lo embriagó.
_ ¡Egoísta!_ una cascada de risas inundó la habitación.
_ Mañana viajas a Trelew y vaya a saber por cuánto tiempo...
_¡Qué exagerado! Son cuatro funciones, en unos pocos días estaré de vuelta en tus brazos.
_ Es que todavía no te has ido y ya te extraño. Te amo "ma petite ballerine".
_ Adoro cuando me llamas así.
_ Y yo adoro hacerte el amor lentamente, adoro bucear en las profundidades de tu cuerpo maravilloso, tan sensual, tan etéreo...en tu boca está el Paraíso...
Cayeron enlazados en la alfombra de arabescos, se amaron con pasión, como si fuera la última vez.
En el tocadiscos sonaba La vie en rose. La voz profunda y sublime de Edith Piaf los atrapó en un juego amoroso del que no querían escapar.
Exhaustos, satisfechos...terriblemente felices, se refugiaron en uno de los sillones de la sala de estar. Ella apoyó su cabeza en el hombro de él. Cerró los ojos y se concentró en la bella melodía.

               Quand il me prend dans ses bras
               Il me parle tout bas
              Je vois la vie en rose
              Il me dit des mots d'amour
              et ca me fait quelque chose
              Il est entre dans mon coeur.

_Cuando me toma en sus brazos, me habla bajo. Veo la vida en color rosa, me dice palabras de amor y eso me hace algo...él entra en mi corazón...Tú estás en mi corazón, amor mío, siempre lo estarás_ lo besó con apetencia, con desesperación. El le respondió de la misma manera.
Esa noche, brilló en "El Cascanueces" como el Hada de Azúcar. Sus movimientos flexibles, seductores, guiados por los violines y las arpas, cautivaron al público que la ovacionó.
Más tarde, los amantes continuaron danzando, no en el escenario sino entre sábanas de hilo y puntillas.
A la mañana siguiente, se despidieron en el Aeroparque. Fue la última en abordar. Sus compañeros del elenco estable del Colón,le gritaban, entre risas y bromas, que se despegara de su novio.
Un último beso...fue el último beso.
El avión después de despegar, se precipitó sobre las aguas del Río de La Plata. Fracasó en su intento de regresar al aeropuerto por fallas. No hubo sobrevivientes."
_ ¿Otro café, señor?
_ No, gracias, la cuenta.
Colocó nuevamente a la bailarina dentro de la caja. En el ambiente sonaba otro tango, tan nostálgico como el anterior.
Con paso cansino se dirigió a una parada de taxis.
De pronto le pareció percibir el aroma a vainilla de ella. Sonrió. "Gracias por estar siempre a mi lado, por cumplir tu promesa. Je t'aime ma petite ballerine á l'éternité et plus...hasta la eternidad y más allá."





3 comentarios:

  1. Siempre me ha maravillado la capacidad que tienen los objetos de contener y evocar lo pasado. Un relato muy bueno, aunque el final es descorazonador. Hubiera preferido que esos amantes se separaran en circunstancias menos trágicas. Al menos queda el recuerdo, que es la única forma de preservar a las personas que perdemos de la muerte. O al menos una parte de ellas.
    Saludos.

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  2. Me he quedado en ese café de la estrecha callecita de San Telmo, con tanta nostalgia que no he podido evitar un suspiro. Expresas tanto sentimiento que llega a quien lo lee, te felicito por tan hermoso, sensual y triste relato. Un beso.

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  3. Me encantó la historia, tan simple y tan rica en detalles finos y delicados; en ellos resalta la pasión, como las estatuitas sobre el mantón de manila. Precioso. Excelente escritura. Y de paso, repasé francés. Gracias.

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