miércoles, 28 de febrero de 2018

BORRASCA


¡Llueve!
Gotas impertinentes se estrellan contra el cristal de la ventana
Observo perdida en mis pensamientos.
Llora el cielo y llora mi alma por un amor perverso.
Negros nubarrones enturbian el firmamento
y una congoja asfixiante ralentiza
los latidos de mi cansado corazón.
Un rayo enfurecido cruza el firmamento. Me asusta,
desgarra mi piel, me astilla, me cercena.
Nada siento, ni odio ni amor.
Estoy vacía y el vacío me absorbe.
¡Llueve! Llanto fecundo que copula con la tierra yerma.
¡Lloro!, y mi llanto estéril lamenta el olvido y la mentira
concebidos en mis entrañas por un amor perverso.

lunes, 5 de febrero de 2018

EL GRITO

Era joven, muy joven, casi una niña. Soñaba con castillos de cristal y príncipes azules. Soñaba con el amor.
Noches enteras, escuchando melodías románticas, imaginaba al hombre de su vida, aquel que la haría reír y bailar al son de un amor eterno, dorado como los rayos del sol.
Y, sí, lo conoció siendo joven, muy joven, casi una niña. Y ella creyó con la inocencia de sus quince años, que era el príncipe que siempre esperó.
La pasión de la juventud los unió, los separó y los volvió a unir. Se amaron con intensidad hasta que con la infamia de los años transcurridos las máscaras cayeron sin contemplación.
Hoy, siendo ya una mujer, casi una anciana, llora su frustración.
El príncipe se transformó en el dragón que incineró sus más preciados sueños.
El príncipe mutó en una enredadera de espinas que se enroscó en su cuerpo, sofocando sus deseos, desangrando sus ilusiones.
Y ella, débil y ¿cobarde?, nunca se rebeló...sólo una vez y casi lo pagó con su vida.
Ella vive en silencio sus miedos. Muchos aconsejan, pocos ayudan. Palabras vacías...
Ella esconde un secreto, un deseo oscuro...el grito de Medea al amor que la traicionó: "te voy a comer el corazón", palpita en su sangre.

HABÍA UNA VEZ

Había una vez una niña feliz,
soñaba conocer el amor,
gustar su dulzura y danzar
según su ritmo mágico.

Había una vez una niña feliz
que conoció el amor y bebió
de su manantial de pasión.
Como una bailarina recorrió en puntillas
pentagramas luminosos cuyas notas
aceleraron los latidos de su joven corazón.

Mas hoy la niña ya no es feliz,
el amor mentiroso y tramposo
le hirió el alma y perforó su corazón
cual espada filosa.

Había una vez una niña triste
que lloraba el desamor en la oscuridad,
sus aguas amargas envenenaron su sonrisa
y secaron sus sueños.
Ya no baila, sólo ruega poder volar hacia otros cielos
donde pueda ser feliz.