sábado, 27 de agosto de 2016

MORTAJAS DEL PASADO

"El corazón que está lleno de miedo, ha estar vacío de esperanza". Fray Antonio de Guevara


Corro por un pasillo envuelta en un manto de tinieblas. La famélica llama de una vela alumbra mi camino. El olor a moho y humedad trastornan mis sentidos. Una rata enorme y sarnosa se interpone en mi camino; asqueada, salto por encima de ella. Corro, nadie me detendrá. Debo cerciorarme que continúe muerto, esa es mi esperanza...mi paz.
El chirrido de las bisagras oxidadas rompen el silencio que me abruma y ahoga.
Con paso lento me aproximo a la cama, ataúd de mi tormento.
"¡Vacía!", grito desgarrada. Sólo encuentro las mortajas manchadas de sangre sobre las sábanas sucias y harapientas.
"¡Vacía!", repito arañándome el rostro. No siento dolor, he perdido toda sensibilidad...él ha sido el responsable.

La mujer se despierta horrorizada. Nuevamente la maldita pesadilla repitiéndose una y otra vez.
"¿Es qué nunca me libraré de él?".
Largos años pasaron desde los ataques, pero ella no puede desembarazarse del feroz recuerdo : las manos de él recorriendo su cuerpo tembloroso, saboreando su piel con besos amargos.
La acorrala, la penetra con violencia, la destruye.
"¿Qué demonio se ha apoderado de ti? ¿Por qué, por qué me haces esto?", el llanto agrio vuelve a su memoria perturbando su alma.
Como todos los amaneceres, desde la noche de su liberación, se levanta experimentando zozobra y asfixia.
Decidida, baja al sótano. Las telarañas se enredan en su cabello,tan largo, tan ensortijado...ese cabello que él enroscó en sus dedos nudosos impregnándolos de lascivia.
Con la linterna ilumina un pesado baúl de roble. Busca en su bolsillo una llave. Con manos temblorosas abre el candado y la tapa cede.
Allí está, respira aliviada...no ha huido como en su sueño. Un cadáver cubierto con cal viva la observa sorprendido.
"¡Maldito gusano! Pensaste que no sería capaz, pero te equivocaste.
Yo te amaba y respetaba...y entonces,¿por qué me sometiste noche tras noche?, ¿por qué destruiste mis ilusiones infantiles?, ¿por qué robaste mi inocencia?...¿por qué padre?, ¿por qué?".


martes, 9 de agosto de 2016

CALIXTA...¡DESPIERTA, AMOR COHIBIDO!

Calixta camina apesadumbrada por las callecitas soleadas de su pueblo, un pueblo perdido dentro de las grandes urbes.
Cabizbaja, los ojos de mar nublados por lágrimas caprichosas que insisten bañar sus mejillas de rosa.
Encerrada en su dolor, no percibe las miradas curiosas que la persiguen insolentes.
Todos en el pueblo la conocen, todos conocen su triste historia. Y ella avergonzada se encierra en un capullo de fantasías que la protege de una verdad siniestra que marcó su infancia.
Hoy, después de tantos años, lo vio entrar a un bar. Él y la bebida, compañeros inseparables. Una sonrisa agria tiñó su rostro de tristeza.
Cientos de recuerdos bloqueados se dispararon en su memoria.
Peleas, gritos, insultos y ...golpes a una mujer devastada por la desilusión y la desesperanza: su madre.
En aquellos tiempos solía escucharla repetir "algún día...algún día, algún día nunca llega" y creyéndose sola, estallaba en llanto, un llanto más amargo que la misma bilis.
Finalmente "ese día llegó". La muerte, compadecida de su pena, se la llevó sobre sus alas lúgubres.
En su lecho de muerte, le tomó las manos y con dulzura le dijo:
_ Cariño, no llores, me espera la libertad que siempre deseó mi corazón. Por fin puedo romper las cadenas que me atan a un destino cruel y violento. Por miedo y cobardía nunca pude hacerlo, pero ahora...No llores, cielo, siempre estaré contigo protegiéndote de todo mal. Una sola cosa te pido, ¡sé feliz!, que la tragedia que hemos compartido no impida que conozcas el amor. Mi error nunca será el tuyo, jamás conocerás mi dolor, lo prometo. Yo te guiaré hacia el amor sincero y sano, libre de violencia. Confía, el amor existe...no te cierres al amor, mi pequeña.
Luego de la muerte de su madre, su padre, perdido en una tormenta de alcohol y maldiciones, desapareció de su vida.
Hoy, después de tantos años, lo vuelve a ver. Un resabio acre enturbia su paladar.
Calixta huye, corre alejándose del lugar. Su padre es un fantasma del pasado que regresa a su presente para destruir su futuro.
"¡Mamá, ayúdame!", ruega desesperada.
"Confía hijita, no te dejaré sola", una voz que brota en su interior la consuela.
Abrumada en sus pensamientos, tropieza y cae. Un brazo gentil la levanta con delicadeza.
_ ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? _ le pregunta el joven con preocupación.
_ No, gracias _ Calixta lo mira con recelo, no soporta que un hombre la toque, le da escozor, sin embargo...
_ Te acompaño, estás pálida _ se ofrece.
Ella detiene su mirada en los ojos de él. La paraliza ver la imagen de su madre en ellos.
"Calixta nunca te dejaré sola. Confía, yo te protegeré. ¡Despierta tu corazón al amor!".