jueves, 27 de agosto de 2015

MILONGUITA DE ARRABAL

Buenos Aires 1920

Cruzó la calle con miedo de resbalar en el barro. Se lamentó por sus zapatos nuevos, arruinados. Su mal humor pronto se disipó al divisar el edificio que buscaba: "El Gato Negro", el prostíbulo recomendado por su tío.
"Tiene las mejores minas, es el lugar ideal para tu debut", le dijo en un aparte de su fiesta de cumpleaños. Era imprescindible que su madre no escuchara semejante comentario, sería la hecatombe.
Dieciocho años, cuánto había deseado cumplirlos para dejar de usar esos bochornosos pantalones cortos. Y ahora su tío le presentaba esa magnífica oportunidad...sin duda, el mejor mejor regalo de cumpleaños.
Tramó un engaño convincente para salir esa noche sin inconvenientes. A él se le daban muy bien pergeñar mentiras, "es un don que tengo", bromeaba con sus amigos.
"El Gato Negro" se situaba en La Boca, una zona del arrabal porteño que se desplazaba a lo largo del Riachuelo. El Lupanar estaba construído con chapas de metal acanaladas, montado sobre unos pilotes debido a las frecuentes inundaciones. La luz roja de la entrada lo invitó a pasar.
Un tango melancólico, ejecutado por una mísera orquesta, compuesta por un bandoneón y una guitarra, le dio la bienvenida.
                           "Si supieras, que aún dentro de mi alma
                            conservo aquel cariño
                            que tuve para ti...
                            Quién sabe si supieras
                            que nunca te he olvidado,
                            volviendo a tu pasado
                            te acordarás de mí".
Intimado, se quedó tieso en la entrada, no sabía dónde dirigirse.
Entre volutas de humo, vio acercarse a una mujer entrada en años y en carnes. Al sonreírle con descaro dejó al descubierto una dentadura amarillenta. Su aliento a ajo le repugnó.
_ Buenas noches, soy Madame Ivette, mis muchachas están a su disposición. Pero antes, una copita de ginebra para entonar...¡ah!, son diez pesos, cobro por adelantado, para evitar problemas,vio...
Lo tomó del brazo y con paso decidido lo llevó hasta una mesa cercana a un gran patio iluminado en el que se paseaban unas jovencitas con enaguas transparentes, debajo...nada. Se le hizo agua la boca.
La copita de ginebra se convirtió en cinco. Estaba exultante, preparado para la gran hazaña, su primera vez.
Vacilante, se levantó de la mesa y se encaminó al patio. ¿A quién eligiría? La rubia, sí, la rubia.
Una mano tosca y velluda lo golpeó con rudeza en la espalda empujándolo contra una pared.
_ Esa papusa es mía_ un compadrito, personaje vicioso y ventajero, lo desafió haciendo alarde de su pericia con el cuchillo.
_ No se me enoje amigo, yo no sabía_ se defendió sin quitar sus ojos del filo del cuchillo.
_ ¿Qué anda pasando?_ Madame Ivette intervino para aquietar los ánimos_ Cicatriz, metete en la pieza con la piba y dejá tranquilo al muchacho. Vos_ le dijo al joven_ vení conmigo.
Lo hizo entrar a una habitación pequeña que olía a humedad. Recostada en la cama había una muchacha de unos veinte años envuelta en tules, de cabellos castaños y ojos de un azul perturbador.
El, al verla, tembló de deseo.
_ Milonguita, a ver si te esmerás  con el pituco, quiero que vuelva, ¿entendistes?_ le dijo de mala manera y desapareció.
Ella se le acercó cautelosa. El estaba hipnotizado por sus movimientos que pronto se convirtieron en suaves caricias que lo fueron despojando de las ropas.
El, inexperto. Ella, una especialista.
De repente se desató en el cuerpo del joven un torbellino de sensaciones que lo enloqueció. Ella lo estimulaba con maestría, él disfrutaba y la besaba con torpeza.
El sintió que los unía un magnetismo mágico, y se dejó absorber por esa percepción.
Ella lo llevó al éxtasis, intenso, rápido como descorchar una botella de champagne. Sintió un cortocicuito que lo impulsaba a las alturas.
Cuando volvió a la realidad, ella lo estaba observando. El le acarició el rostro, esta vez sin timidez.
_ ¿Por qué te llaman Milonguita?_ le preguntó sonriente.
_ Mi nombre es difícil de pronunciar, por eso Madame Ivette me llama así_ su pronunciación nasal revelaba su origen extranjero.
_ ¿Cuál es tu nombre?_ insistió.
_ Jagienka
Con un silbido expresó su sorpresa.
_ Soy polaca.
_ ¿Y cómo llegaste a la Argentina?
_ Es una historia muy larga.
_ Te escucho, tengo tiempo_ el joven estaba intrigado.
Jagienka corrió la cortina desteñida que cubría los vidrios de la puerta. Miró a un lado y hacia el otro, temía que Madame la estuviera vigilando.
_ Cuando tenía trece años me trajeron engañada a estas tierras. Vivía en la miseria y con temor a los progromos. Soy judía , sabes, y a los judíos se nos persigue en todas partes. Un paisano, amigo de mi padre que regresó a Polonia después de haber hecho fortuna en América, le prometió darme trabajo cuidando a su hijita recién nacida en este país. Mis padres aceptaron agradecidos y en ese instante comenzó mi pesadilla. Al llegar a Buenos Aires me subastaron en un Café. Madame Ivette me compró y desde entonces trabajo para ella.
El joven se indignó ante semejante injusticia. ¿Pero que podría hacer él? Nada, sólo gozar de ese cuerpo armonioso y dúctil en sus manos. Además él había pagado una buena suma, era su derecho.
Amanecía cuando el debutante abandonó el burdel.
El, satisfecho, henchido el pecho por haber demostrado su hombría.
Ella, apática, indiferente, él había sido uno más de tantos. No gozó, sólo hizo su trabajo.
El soñaba con repetir la lujuriosa experiencia. Ella soñaba con morir.


"Me entrego a todos, mas no soy de nadie
 para ganarme el pan vendo mi cuerpo
¿qué he de vender para guardar intactos
 mi corazón, mis penas y mis sueños?"


6 comentarios:

  1. Muuuuuy buen relato Haydee y triste a la vez. Me gustan los relatos con ese aire de bohemia y añoranza de años pasados. Primera vez que te leo pero me quedaré por aquí. Excelente.

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  2. BRAVOOO..ME ATRAPO EL RELATO..PARA QUE MIRAR UNA PELICULA SI LEYENDO ESTO ME TELETRANSPORTE EN LA MISMA..ME ENCANNTO..FELICITACIONES...

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  3. muy buen relato amiga aunque triste es la vida.. no?

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  4. Muy bien envuelto, como siempre. Un abrazo.

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