martes, 9 de agosto de 2016

CALIXTA...¡DESPIERTA, AMOR COHIBIDO!

Calixta camina apesadumbrada por las callecitas soleadas de su pueblo, un pueblo perdido dentro de las grandes urbes.
Cabizbaja, los ojos de mar nublados por lágrimas caprichosas que insisten bañar sus mejillas de rosa.
Encerrada en su dolor, no percibe las miradas curiosas que la persiguen insolentes.
Todos en el pueblo la conocen, todos conocen su triste historia. Y ella avergonzada se encierra en un capullo de fantasías que la protege de una verdad siniestra que marcó su infancia.
Hoy, después de tantos años, lo vio entrar a un bar. Él y la bebida, compañeros inseparables. Una sonrisa agria tiñó su rostro de tristeza.
Cientos de recuerdos bloqueados se dispararon en su memoria.
Peleas, gritos, insultos y ...golpes a una mujer devastada por la desilusión y la desesperanza: su madre.
En aquellos tiempos solía escucharla repetir "algún día...algún día, algún día nunca llega" y creyéndose sola, estallaba en llanto, un llanto más amargo que la misma bilis.
Finalmente "ese día llegó". La muerte, compadecida de su pena, se la llevó sobre sus alas lúgubres.
En su lecho de muerte, le tomó las manos y con dulzura le dijo:
_ Cariño, no llores, me espera la libertad que siempre deseó mi corazón. Por fin puedo romper las cadenas que me atan a un destino cruel y violento. Por miedo y cobardía nunca pude hacerlo, pero ahora...No llores, cielo, siempre estaré contigo protegiéndote de todo mal. Una sola cosa te pido, ¡sé feliz!, que la tragedia que hemos compartido no impida que conozcas el amor. Mi error nunca será el tuyo, jamás conocerás mi dolor, lo prometo. Yo te guiaré hacia el amor sincero y sano, libre de violencia. Confía, el amor existe...no te cierres al amor, mi pequeña.
Luego de la muerte de su madre, su padre, perdido en una tormenta de alcohol y maldiciones, desapareció de su vida.
Hoy, después de tantos años, lo vuelve a ver. Un resabio acre enturbia su paladar.
Calixta huye, corre alejándose del lugar. Su padre es un fantasma del pasado que regresa a su presente para destruir su futuro.
"¡Mamá, ayúdame!", ruega desesperada.
"Confía hijita, no te dejaré sola", una voz que brota en su interior la consuela.
Abrumada en sus pensamientos, tropieza y cae. Un brazo gentil la levanta con delicadeza.
_ ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? _ le pregunta el joven con preocupación.
_ No, gracias _ Calixta lo mira con recelo, no soporta que un hombre la toque, le da escozor, sin embargo...
_ Te acompaño, estás pálida _ se ofrece.
Ella detiene su mirada en los ojos de él. La paraliza ver la imagen de su madre en ellos.
"Calixta nunca te dejaré sola. Confía, yo te protegeré. ¡Despierta tu corazón al amor!".

No hay comentarios:

Publicar un comentario