lunes, 18 de junio de 2018

INDEFENSA

Sentí sus dedos helados contra mi piel tibia,
dejé que los deslizara a través de mi cuello
mientras un macabro pensamiento
recorría mi torrente sanguíneo
acelerando mi cansado corazón.
Él reía...
sus dedos presionaban cada vez más fuerte
y yo, como un ave con las alas quebradas,
temblé de miedo e impotencia.
Comenzó a faltarme el aire,
luche por respirar, forcejeé asustada
y él finalmente cedió fastidiado.
Todo sucedió en un instante,
tan breve como un suspiro,
pero eterno como el mismo infierno.


No hay comentarios:

Publicar un comentario