jueves, 7 de enero de 2016

UN ROMANCE SINGULAR

Después de mucho tiempo regresé a la casa de mi niñez. Mi querida abuela falleció el mes pasado y me dejó en herencia la magnífica propiedad que guarda mis más tiernos recuerdos.
Hace años que está deshabitada. La causa: una absurda superstición y mi abuela era sumamente supersticiosa.
Allí pasé mis primeros años de vida junto a mis padres y mis abuelos paternos, hasta que en un accidente perdí a todos, menos a mi abuela que se había quedado cuidándome mientras los demás asistían a una gala en el Teatro Colón.
Luego de esa terrible desgracia, nos mudamos a un coqueto departamento de una zona céntrica.
Siendo una adolescente, mi abuela me confió el motivo por el que la casa se convirtió en tabú.
"La noche anterior al accidente tuve un sueño extraño; me corrijo, una premonición. Alguien, un hombre joven y buen mozo me advirtió del peligro. Cuida de la niña, me pertenece...Con esas tenebrosas palabras resonando en mis oídos me desperté alarmada ".
Recuerdo que me reí del relato. Mi abuela se enojó y durante una época estuvo muy ofendida.
No dudé en trasladarme a la supuesta casa embrujada. Siempre me sentí atraída por ella. Debo confesar que muchas veces pasé por el frente añorándola...a escondidas de mi abuela, por supuesto.
Ahora que nuevamente estoy aquí instalada, vuelve a mi memoria la misteriosa frase: "Cuida a la niña, me pertenece".
Un escalofrío recorre mi columna vertebral. ¡Tonterías!, como si fuera polvo molesto, sacudo esos pensamientos.
Limpio, ordeno, me distraigo.
La luna asoma su semblante de plata y yo caigo desmayada por el cansancio. Me hundo en un sueño desconcertante y bello a la vez.
"Una muchacha de cabellos rojos, corre entre los trigales. Ríe, es feliz. Experimento su felicidad como si me perteneciera. Un joven la persigue, la alcanza...se evaporan en un abrazo".
De repente mi cuerpo se estremece bajo el hechizo de caricias lujuriosas que me hacen gemir de placer. Soy fuego, fuego líquido.
Me despierto sofocada, me cuesta respirar, sin embargo me siento plena...Extraño, muy extraño.
Paso toda la jornada aguardando la noche. ¡Quiero volver a soñar!
"Un beso fogoso devora a los amantes. Ella se desarma en llanto amargo y él solícito, la consuela. Volveré, no temas, volveré y nadie osará separarnos, lo juro".
Nuevamente caigo bajo el influjo de un placer fulminante, intenso, un maremoto sensual que me desequilibra, me relaja.
Temprano salgo a correr. Regreso y desayuno. Mientras lo hago, una fragancia penetrante, parecida a la mirra, invade la cocina. Confundida busco los sahumerios, pero no, no los encendí. Entonces,¿ese perfume?...Extraño, muy extraño.
Después de cenar unas verduras salteadas; paseo por el jardín, me siento en un banco de hierro forjado que le da al lugar un toque romántico. Fijo la vista en la luna que resplandece en el oscuro firmamento coronada de estrellas; siempre me atrajo la luna y su halo de misterio. Y sin darme cuenta caigo en un ensueño...
"El joven demudado por el dolor, llora sobre una tumba, la tumba de su amada. De un morral extrae un pequeño frasco. Lo abre y derrama su contenido, un líquido resinoso, sobre la lápida".
El perfume es tan potente que hasta yo lo percibo. Pero si es...
"Mirra. Amor, cumplí mi promesa. Lo primero que hice al pisar Oriente fue buscar el perfume que despierta los sentidos, que los exacerba. ¡Cuánto imaginé cubrir con él tu delicado cuerpo, para luego amarnos libremente, despreciando cualquier imposición moral. Pero el destino y sus mezquinas jugarretas lo ha impedido y hoy estoy aquí derramando este exótico tesoro sobre una piedra fría, que lo único que tiene de ti es tu nombre, Juana, mi adorada Juana".
¿Juana? Pero si es mi nombre. Por primera vez tengo miedo. Ahora entiendo lo que debe sentir la mosca atrapada en una tela de araña esperando ser devorada. No voy a huir como lo hizo la abuela. Voy a desentrañar este enigma.
Antes de acostarme, me siento frente al espejo, un antiguo espejo basculante de caoba. Lentamente deshago mis trenzas cobrizas. Una corriente cálida roza mi nuca y se pierde entre mis pechos. Me paralizo; no temo, gozo.
Escucho una voz grave, aterciopelada que eriza mi piel:
"Tu eres mi Juana. Mi espíritu doliente ha rondado esta casa por generaciones esperándote. A aquella muchacha la destruyeron los prejuicios de una sociedad pacata. No soportó las murmuraciones de las lenguas viperinas y se suicidó. Yo no supe ni pude defender nuestro amor, un amor prohibido, una señorita de alcurnia enredada con un simple marinero".
Lo escucho fascinada, la cadencia de su voz me hipnotiza.
"Aquí estas, tan bella, tan deseada, en el dormitorio que fue nido de aquel amor furtivo. Quisiera empaparte con palabras dulces y tiernas, suaves como un beso, bajo la luz de esta luna llena, fiel amiga que inspiró nuestra pasión. Quisiera extraviarme en cada rincón de tu cuerpo. Saborearte es mi tentación".
No puedo creer lo que sucede, pero es una realidad tangible,  percibo a este fantasma de una manera clara y precisa. Cierro los ojos y veo su rostro de facciones recias, boca cautivante y ojos oscuros, como dos carbones. Aterrizo en sus brazos que me envuelven con adoración.
" Cientos de años duró mi tortura deambulando mi dolor por esta casa.  Ya no sufro porque te he recuperado. Desde hoy serás mi prisionera, mi dulce prisionera". 
Sus palabras actúan en mi como un poderoso conjuro que me impulsa a aceptar la condena que me impone.
Mi razón grita que es una locura, mi alma se deja arrastrar por una pasión descabellada...y yo sólo sé que nunca fui tan feliz.


"Cada mujer lleva un fantasma de hombre, no en la imaginación que entonces sería fácil de expulsarle, sino circulando en su sangre".  ( Gregorio Marañón )

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