miércoles, 4 de noviembre de 2015

FLOR DEL VIENTO


Basada en una leyenda de la mitología griega.

En un inmenso jardín, oculto a la mirada humana, habitaba una hermandad de ninfas gobernada por Cloris, la Reina de las Flores, de enorme atractivo y encanto.
Su gran amor era Céfiro, el Espíritu del Viento, quien todas las tardes solía visitarla para endulzar sus oídos con bellos poemas de devoción.
En el mismo prado vivía Tytania, una ninfa de exquisita belleza y alma generosa. Todas sus hermanas acudían a ella cuando se encontraban en problemas; siempre hallaban en ella una palabra de aliento y una sonrisa que les entibiaba el corazón. Conocedora del arte de curar, prestaba sus servicios con diligencia y sabiduría.
Céfiro reparó en ella una mañana de verano mientras Tytania nadaba en una laguna de aguas luminosas. Las suaves y armoniosas curvas de su cuerpo lo hipnotizaron, y su mirada verde, como infinitos valles fértiles, lo hechizó.
A partir de ese momento se convirtió en su sombra, la perseguía con galanteos que manifestaban la pasión que ella le encendía.
Le declaró su amor regalándole una corona de rayos de luna engarzados en plata, fabricada por las Ánimas de la Noche.
Enterada Cloris de la traición de Céfiro, celosa e irritada, juró vengarse en la dulce Tytania. Sin piedad, la expulsó de la seguridad de su jardín al bosque salvaje para que allí muriera.
Perpleja por el castigo que le impuso su Reina y acompañada por el llanto de todas las ninfas, devastada abandonó su hogar.
Senderos sinuosos la condujeron a un páramo solitario entre las montañas. Descansó en la orilla de un pequeño lago. Se quedó profundamente dormida sobre un colchón de musgo que suavizó la dureza del suelo rocoso. Soñó con su amado, la rescataba de la horrenda pesadilla.
Al enterarse del nefasto castigo, Céfiro enloqueció. Siniestros nubarrones cubrieron el cielo del extenso jardín, profetizando la hecatombe.
Las ninfas, presas del terror, corrieron a buscar refugio.
Cloris, asustada por la reacción de su amante, imploró su perdón, pero la decisión ya estaba tomada. Un feroz tornado pasó arrasando cuanto encontraba a su paso. Lo destruyó todo.
Cuentan los que pasan por esos lares, que una melodía oscura, áspera y de extrema tristeza, brota de las rocas, sobrevivientes del desastre. Es el canto atormentado de las ninfas que narran su cruel destino, signado por el encarnizado Espíritu del Viento.
Tytania agonizaba cuando por fin Céfiro logró dar con ella.
"Amada, no permitiré que mueras por la inquina de una malvada", y posando sus labios sobre los de ella, le insufló un hálito de vida que la convirtió en una blanca y graciosa flor.
"De ahora en adelante, te conocerán con el nombre de Anémona, "flor del viento", para que todas las generaciones sepan de mi amor por ti, que es más fuerte que la muerte".

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