martes, 22 de septiembre de 2015

AGUAS TURBIAS

"Mi amado es para mí como el saquito de mirra
 que duerme entre mis pechos".  
                                    Cantar de los Cantares

Buenos Aires, 1930 


Las glicinas anunciaron la llegada de la primavera. La joven se despertó muy temprano ese día especial. Coqueta se miró al espejo, y la imagen que le devolvió le agradó; salvo su cabello largo, salvaje y ensortijado. Hizo un mohín de disgusto y con paciencia comenzó la rutinaria tarea de desenredarlo. Ese día, decidió no sujetarlo; apenas dos peinetas de plata, regalo de su abuela, lo mantendrían a raya. A él le complacía verla con el cabello suelto, lo enardecía.
Sonrió con picardía al recordar sus atrevidas caricias.
"Por fin nos casamos, a veces pienso que es un maravilloso sueño del que voy a despertar...y tengo miedo", pensó experimentando un sabor amargo. "¡Basta!, hoy debe ser todo felicidad, fuera los malos presentimientos", se animó, aunque sin poder extirpar de su alma esa sensación funesta que la perseguía desde hacía unos días.
Descalza, corrió hasta su armario y de una caja forrada de terciopelo blanco, sacó con delicadeza su soñado vestido de novia. ¡Cuántas ilusiones!¡Cuántos anhelos!
No resistió la tentación de ponérselo. Organza bordada con pequeñas rosas que se repetían en el tocado, y tules...una nube de tules para una novia apasionada.
Alguien golpeó la puerta de su habitación. Al abrir, el semblante pálido y los ojos llorosos de su madre la paralizaron.
"Un accidente, un terrible accidente...", fue lo último que escuchó antes de caer en una profunda oscuridad.
Esa fatídica madrugada, su novio se dirigía al trabajo, su último día antes de la boda. El tranvía debía cruzar el Riachuelo por un puente metálico elevadizo. En ese mismo momento, una barcaza que navegaba por la misma zona hizo sonar sus sirenas y el puente comenzó a elevarse. El vigía encendió una luz roja en el costado de las vías para prevenir al conductor del tranvía que no cruzara. Sin embargo, el tranvía continuó su recorrido sin advertir la señal de peligro. Cayó al vacío en forma espectacular, hundiéndose por completo en las aguas turbias.
Al volver en sí, la espantosa realidad la esperaba con saña. Sus ilusiones hechas trizas; su amor arrebatado por un demonio envidioso. 
"Muerte huraña y ladrona, me has robado sus tibios besos, su entrega incondicional, el fuego de su pasión, ¿Qué será de mí? Mi cuerpo trémulo, como un espejo, se quiebra en mil pedazos".
Sobre una silla, el vestido de novia, lloraba el olvido...


3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Que tristeza, todas las ilusiones y esperanzas truncas en ese día tan especial para todas las mujeres. Una historia muy bien narrada, sabes envolver a la gente con tus letras y trasladarlas al lugar que tu escojas. Soy tu fan Haydee!! Besotes y abrazotes!!

    ResponderEliminar
  3. Definitivamente yo también soy tu fan!!

    ResponderEliminar