miércoles, 2 de septiembre de 2015

MASCARA DE PIEDRA

Finjo ser de piedra por temor a que me hieran. Sin embargo bajo esta apariencia pétrea, mi corazón late con vehemencia y mi sangre corre veloz por mis venas, como enloquecidos ríos caudalosos.
Ansío la noche y sus misterios, cuando la ciudad vacía sus calles. Entonces, despliego mis alas y vuelo...vuelo ¡libre! hacia el infinito.
Mi familia solía ser numerosa, pero el Hombre en su ignorancia, aniquiló nuestro linaje. Sólo yo sobreviví, por una mera casualidad o por un capricho del destino, no lo sé.
El Hombre nos consideró un peligro para su especie, cuando en realidad nosotras nos limitamos a observar y a vigilar.
Observamos sus costumbres porque nos resultan curiosas y graciosas; algunas sumamente crueles. En nuestra sociedad, cuando la había, no se margina y la burla no existe. Respetamos a nuestros mayores, no los recluímos en la soledad ni optamos por la eutanasia.
Vigilamos atentas, que los malos espíritus no ataquen a los pueblos, los protegemos.. Esa es nuestra misión, pero el Hombre nunca lo comprendió. Nunca fuimos una amenaza.
Mi abuelo, un amante de la paz y romántico empedernido, sufrió terribles torturas y la muerte más atroz.
El amaba a la Luna, soñaba con alcanzarla en su trono de estrellas, cobijarla con sus alas y fundirse en un beso eterno. Pero por más alto que volase, nunca lograba acariciar su pálido rostro. Desesperado, pensó mil soluciones posibles para resolver su encrucijada, hasta que la respuesta apareció clarísima ante sus ojos. Allí, en las aguas del río Sena, descubrió el semblante de su amada. Entusiasmado, fue a su encuentro. Al besarla con tanta pasión provocó un desbordamiento del río. El pueblo se inundó, muchos murieron ahogados, se perdieron cosechas y casi todas las viviendas se destruyeron.
En medio del caos, alguien gritó: "La culpa es de la Gárgola que vive en las cavernas cercanas al río. Ella nos maldijo. ¡Matémosla!".
Lo capturaron y lo quemaron vivo en una hoguera. No tuvieron piedad.
A partir de ese momento comenzó la cacería que nos aniquiló.
Soy la última Gárgola, único testigo de todas las atrocidades que el Hombre cometió no sólo contra nosotras sino contra ellos mismos a lo largo de siglos. Creo que el Hombre es el único ser vivo que busca y planea su propia destrucción.
Soy la última Gárgola y espero seguir siéndolo de aquí a la eternidad...

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