martes, 15 de septiembre de 2015

DETRAS DEL ARCO IRIS

En un pequeño pueblo, escondido entre las montañas, vivía un hombre que se dedicaba al arreglo de relojes. La vida le sonreía. Tenía una hija que era la luz de sus ojos: alegre, generosa, siempre atenta a sus necesidades. Hacía tiempo que era viudo. La muerte de su mujer fue un alivio para él. Su constante mal humor le amargaba la existencia.
Su hija, en cambio, era un cascabel. Cantar y bailar, era su lema.
Cuando lo veía atribulado solía decirle,"no importa la fuerza de la tormenta, padre, siempre hay un arco iris esperándonos". ¡Cuánta sabiduría en alguien tan joven!
Pero cierto día la tormenta se convirtió en tempestad, y lo destruyó.
_Padre, estoy enamorada_ fueron las tres puñaladas que lo sumergieron en el limbo de la incertidumbre.
_¿Quién es él?_preguntó temeroso.
_Leandro, el hijo del carpintero_le contestó con una sonrisa inocente.
_Imposible, hija, su padre es un ebrio violento. Corre el rumor que mató a su mujer a golpes. Seguramente su hijo es igual a él. Imposible, querida, quítate esa idea absurda de la cabeza.
Pero ella, por primera vez en su vida, no obedeció a su padre.
Con la llegada de las primeras nevadas, una noticia le heló el corazón.
_Padre, quiero su bendición, me caso con Leandro_le dijo con firmeza.
_Mala hija, me has desobedecido. Nunca te daré mi bendición. Ese casamiento es una sentencia de muerte para ti. Reflexiona, hija, reflexiona, ¡vas a cometer una locura!
Consejos, reprimendas, largos y torturantes silencios...todo fue en vano. Nada la hizo cambiar de parecer.
_Padre, tu bendición, hoy me caso_le repitió un día envuelta en tules de tristeza.
_Desde hoy ya no eres mi hija, vete. Nunca más me dirijas la palabra. Vete ya.
Desde ese momento, la vida del relojero se tornó sombría. Sus únicos compañeros eran los relojes, tan dañados como su alma. Trabajaba de sol a sol, compenetrándose en su tarea para no pensar en esa hija desagradecida que le rompió el corazón.
Una mañana se la cruzó en la plaza del pueblo. Se sorprendieron al encontrarse. La notó desmejorada. Ella le sonrió esperanzada. Él, contrariado, le dio vuelta la cara. La escuchó llamarlo:"Padre, por favor..." El siguió su camino con paso rápido.
Cierta noche, unos golpes a la puerta lo arrancaron de un sueño profundo.
Furioso fue a ver quien era el inoportuno.
_Padre, ayúdeme_ le suplicó su hija.
_¡Que quieres!_ le contestó seco, una vez que se recuperó de la sorpresa.
_Tengo miedo, usted tenía razón. El está loco, no hay noche que no me pegue. Protéjame, padre.
_Lo siento, yo no la conozco.
_Perdón, padre, perdón_ se tiró llorando a sus pies.
_Señorita, váyase, no la conozco_ se mantuvo frío, distante.
_Si no es por mí, por lo menos tenga piedad de mi hijito que está por nacer.
Bajó sus ojos hasta el vientre abultado y quiso abrazarla con todas sus fuerzas. Su adorada niñita sería madre...pero no, pudo más su orgullo y su obstinación.
_Váyase, no la conozco.
No pudo conciliar el sueño. La imagen de su hija suplicando le martillaba la conciencia.
A la mañana siguiente, mientras luchaba con paciencia con un reloj cucú, se enteró de la terrible noticia.
Uno de sus amigos fue el mensajero.
"Encontraron muerta a tu hija, el animal del marido la quemó sin asco. Él desapareció. Lo siento, lo siento mucho".
Sintió que la tierra se abría bajo sus pies. Sintió que un abismo se lo tragaba para luego, vomitarlo en un mundo irreal.
"Mi hija muerta", la culpa lo hizo sangrar, la desesperación lo aniquiló.
A partir de ese instante se convirtió en una sombra, un fantasma que vagaba sin destino. Se encerró en sí mismo, se fabricó una celda inexpugnable.
Lo único que le daba paz a su espíritu desquiciado, era el continuo tic-tac de los relojes que le anunciaban el correr del tiempo, la llegada de su muerte, la liberación de su agonía.
Una hermosa tarde de primavera llegó a su tienda una anciana.
_Mi reloj de bolsillo atrasa.
_Muy bien, en dos días estará reparado_ le dijo luego de revisarlo.
_Le pido que lo trate con extrema delicadeza. Es un recuerdo muy querido para mí_ le advirtió con gentileza_Perteneció a mi hijo que murió en la guerra.
La anciana vio como el semblante del relojero palidecía y su mirada se nublaba.
_¿Usted también tiene una pena honda, ¿verdad?_se interesó.
_Es más que una pena, es una terrible culpa causada por mi tremendo orgullo.
_No importa la fuerza de la tormenta, siempre hay un arco iris esperándonos.
El relojero se la quedó mirando fijamente, el refrán de su hija en boca de aquella anciana.
_Dentro de dos días volveré, entonces. Ojalá pueda solucionar el mal funcionamiento y deje de atrasar.
"¡Como me gustaría que mi vida, como ese reloj atrasara!¡Volver el tiempo atrás! Perdonaría a mi hija y hoy estaríamos juntos. Tendría un nieto, que sería mi delicia. ¡Volver el tiempo atrás".
A los dos días regresó la anciana por su reloj.
_Funciona a las mil maravillas, ¿cuánto le debo?.
_Nada. Usted y yo estamos unidos por un mismo dolor, la pérdida de un hijo. ¿Cómo cobrarle?
_Gracias señor relojero y...no pierda la fe, en cualquier momento aparece el arco iris, recuérdelo.
Nunca más volvió a ver a la anciana, que en realidad era el Anima de las Horas. Compadecida por el sufrimiento del relojero, decidió darle una segunda oportunidad.
Tan cansado estaba esa tarde que decidió dormir una siesta. Unos golpes lo despertaron.
Arrastrando los pies fue a ver quien interrumpía su descanso. Al abrir la puerta pensó que seguía soñando.
_Padre, ayúdeme, por favor_le suplicó su hija.
_Paloma, ¿eres tú?_tartamudeó.
_Padre, perdóneme, tenía razón al aconsejarme que no me casara. Me pega, padre, no lo soporto más_ lloró.
_Y temes por tu niño_le dijo acariciando con la mirada el vientre de la muchacha.
Aliviada, se arrojó a los brazos de su padre.
"Esto es un milagro, ¿cómo ha sucedido?, no lo sé ni me importa. Lo único que importa es que tengo nuevamente a mi Paloma. Te protegeré, nadie te hará sufrir, ni siquiera yo", pensó dichoso.
Y esa mañana que comenzó lluviosa, concluyó con un soberbio Arco Iris...





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