lunes, 7 de diciembre de 2015

AMADO RECUERDO

Primera Guerra Mundial- En las trincheras, su único lugar, los soldados, con sus uniformes descoloridos y enfangados, ajenos a todo atisbo de gloria y honor, se aferran al recuerdo de su vida de antaño. En esta guerra, sucia y tediosa, la correspondencia es un momento de evasión imprescindible para mantener un atisbo de cordura. Los altos mandos lo saben, y los contendientes organizan el mayor sistema de correo jamás visto. Millones de misivas se cruzan portando un mismo susurro : "sigo vivo".

Desde el frente de Verdún, 3 / 2 / 1918
Amor mío:
           Estoy aquí, en la trinchera, mi único hogar, mi refugio, con un fuego de leña y un montón de paja, escribiéndote. Me duele tener que contarte lo que está sucediendo en el frente de batalla, pero necesito desahogar mi alma de tanta tragedia y tú, mi querida, eres mi bocanada de aire puro; mi consuelo bendito.
Tu recuerdo me fortalece en el momento de tomar la bayoneta y enfrentarme cara acara con la muerte. Por ti me aferro a la vida, por volver a besar tus labios de rosa, por embriagarme con la fragancia de tus cabellos dorados, por perderme en tus curvas sabrosas.
Estoy harto, de patriotismo no me queda nada. Mi importa un bledo si Alemania tendrá a Alsacia, o si la tendrá Bélgica o Francia. Mi mayor deseo es huir de este cenegal de sangre y carne, y volver a tus brazos.
Cada día los combates son más duros. Muchos yacen en el campo de batalla y muchos más caerán.
¡Cuántos más caerán! ¡Que atrocidad! Muerte y destrucción por todas partes.
La semana pasada defendimos un puente. Los alemanes intentaron cruzar a nuestro lado del río, pero cuando llegaron a la mitad del puente, abrimos un fuego tan feroz que tuvieron que retroceder corriendo. En el puente se apilaron montañas de cadáveres. Al día siguiente insistieron en cruzar a toda costa. Se metieron hasta el cuello en el agua, pero nuestras ametralladoras los barrieron. ¡Ay, mi amor!, las aguas del río se tiñeron de rojo...ver semejante masacre nos revolvió las entrañas, a nosotros, sus asesinos.
Es así como me siento, un asesino. Ya no sé quien es mi enemigo. ¿El soldado que pena en la trinchera de enfrente bajo otra bandera es mi antagonista?  ¿Lo es mi General, que decide un ataque infructuoso que costará decenas de miles de vidas?
Privaciones, sangre, suciedad...así vivimos. El incesante rugido de cañones me destroza los nervios ; a veces tengo ganas de llorar como un niño. Es en ese instante cuando tu recuerdo me rescata y me insufla energía para seguir resistiendo.
Siempre llevo conmigo tu fotografía, esa que te tomé en nuestro viaje a Florencia, sobre el Ponte Vecchio, ¿recuerdas?. Sobre ese puente de piedra medieval, donde se respira magia y romanticismo, allí donde nos juramos amor eterno. Cuando este infierno concluya, regresaremos. Enganchado en la baranda del puente nos espera el candado con el que sellamos nuestra alianza, nuestros nombres amalgamados en él lo atestiguan. Me parece verte tirando la llave en las aguas del río Arno, tan etérea... el viento delizándose sobre tu piel, que como una perla preciosa encendió mi lascivia.¡Cuanto te extraño!
¡Ay, mi vida!, debo doblegar mi espíritu rebelde para no desertar y correr a tu encuentro. Frenar mi furia, para acatar las órdenes de mis superiores, cada vez más ridículas. ¿Cómo esperan que lancemos ofensiva tras ofensiva cuando las enfermedades y el cansancio están haciendo estragos?
Nos gritan, "¡Prepárense para el ataque!". Una corriente eléctrica nos atraviesa, algunos compañeros comienzan a comprobar la munición; otros,se quitan la gorra y se santiguan devotamente. De pronto llega otra orden, "¡Avancen!", beso tu foto y salto la trinchera. El sargento grita, "¡Hermanos!, al ataque, adelante"
Como hormigas mantenemos la alineación marchando con la bayoneta en mano y mirando a los ojos a la muerte.
Los que siguen en la línea del frente no escuchan más que el sonido de las ametralladoras que asesinan anónimamente, los gemidos de los compañeros heridos, los relinchos de los caballos moribundos, el latido salvaje del propio corazón...y así día tras día, noche tras noche, atrapados en una oscuridad perpetua.
Es vergonzoso que se nos sacrifique de esta manera.
El Gobierno nos ha mentido. Según ellos íbamos a ganar rápidamente y ya son millones los muertos y heridos. Esta guerra se sustenta sobre mentiras y traiciones. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar tanta infamia?.
¿Cuánto tiempo más tendré que esperar para hacer realidad mi sueño de poseerte? Tu recuerdo me sostiene, me enciende, me inquieta...
Tesoro mío, que Dios te acompañe y proteja hasta mi vuelta. Ruega por ello.
                                                                                Por siempre tuyo, Pierre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario