lunes, 14 de diciembre de 2015

RECUERDOS CON SABOR A CARAMELO

No sé si será la edad, el clima o ¡que!, pero esta mañana la nostalgia se apoderó de mi memoria.
Dulces recuerdos, como mariposas de colores,. vuelan a mi alrededor transportándome a mi infancia, hace tantos años ya. Época cálida, mágica, fecunda en fantasías.
Hadas y Princesas eran mis amigas. Brujas y Cucos, mi pesadilla.
Uno de esos Cucos era el famoso "Viejo de la bolsa", fiel aliado de madres desesperadas.
Cada vez que un niño desobedecía o cometía una travesura, ese señor antipático aparecía magistralmente y lo metía dentro de su bolsa de arpillera para no volver jamás. Desaparecía.
Cierta vez pasamos con mi mamá frente a un caserón abandonado, el césped alto, la pintura desconchada, las persianas de las ventanas rotas.
"Ahí vive el viejo de la bolsa", me dijo muy seria.
Yo, de apenas cuatro o cinco años, empecé a temblar y apreté con todas mis fuerzas la mano de mi mamá.
"¡Oh no!, que cerca de mi casa vive", pensé con pánico. A partir de ese momento prometí ser la mejor niña del mundo.
Aún hoy, la casa siniestra está en pie; destruida como en ese entonces, pero presente.
Al pasar delante de ella ya no lloro, ya no temo. Ahora sonrío, recordando la inocencia y el candor de aquella época, que vive y palpita en mi corazón.

























































































































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